los animales prehistóricos

miércoles, 26 de agosto de 2009

Los 10 animales prehistóricos y extintos que podría resucitar




I. Sobre la importancia de tener cabeza:

Los animales más simples carecen de cabeza. Pero en aquellos que han superado el estadio de las esponjas y de los cnidarios, una parte de los organismos de los sentidos tiende a agruparse en la zona delantera, alrededor del segmento anterior de la boca. En los anélidos ya se nota la formación de una cabeza con ojos; variados anillos se agrupan en un comportamiento sobresaliente en el que se concentran los ganglios nerviosos de todos los segmentos implicados. Esta concentración se acentúa en tres grupos independientes:




Los cefalópodos (moluscos)


Son un grupo especializado y mucho más evolucionado que los demás Moluscos. Tienen el cuerpo simétrico con cabeza diferenciada y pie transformado, constituyendo los tentáculos o brazos que rodean la cabeza y el embudo. El embudo está situado ventralmente debajo de la cabeza. A través del embudo, por contracción muscular, se expulsa el agua de la cavidad paleal, que por reacción impulsa el cuerpo hacia delante. El manto que recubre el tronco puede estar provisto de expansiones a modo de aletas. Están provistos de concha, pero ésta puede estar reducida o faltar. El sistema nervioso está bastante desarrollado, y los ojos permiten una buena visión. La piel de los Cefalópodos posee los llamados cromatóforos que contienen pigmentos rojo y negro. Esto les permite cambiar rápidamente de color. Su reproducción es por huevos que se fecundan en el interior del cuerpo de la hembra y que luego son envueltos en una masa gelatinosa, pudiendo ser puestos aisladamente, o en masas.



Los artrópodos (crustáceos)



Los artrópodos son invertebrados que tienen un exoesqueleto de quitina (polímero de N-acetilglucosamina) y patas articuladas móviles. Este esqueleto externo les sirve como protección contra las agresiones del medio, como pueden ser la sequedad y el exceso de calor, y contra sus enemigos. También les proporciona la resistencia necesaria para una movilidad rápida y precisa.
Los artrópodos, como su nombre indica, poseen apéndices articulados que emplean para desplazarse, respirar y alimentarse. En la cabeza aparecen los principales órganos sensores y aquellos que emplean para la ingestión de alimentos.
Aproximadamente, el número de especies conocidas de artrópodos es de un millón, especie más, especie menos. Artrópodos hay en todos los sitios: en los charcos, en los ríos, en los lagos, en los mares, en el desierto, en la montaña, en el polo, en las copas de los árboles, bajo tierra... Los artrópodos nadan, bucean, se arrastran, cavan, vuelan, saltan... vamos, que hacen de todo menos escribir a máquina

Una de las teorías filogenéticas en boga indica que los artrópodos provienen evolutivamente de los anélidos a través de un grupo que todavía no hemos estudiado: los onicóforos. Los onicóforos son animales terrestres que viven en lugares húmedos y sombreados de los bosques, alimentándose de pequeños insectos y crustáceos, que cazan a distancia gracias a un líquido venenoso que proyectan sobre sus víctimas. Anteriormente se clasificaron los onicóforos entre los moluscos, pero más tarde se descubrió que formaban un grupo aparte situado a medio camino entre los anélidos y los artrópodos, con caracteres típicos de ambos grupos.


Los artrópodos se clasifican en quelicerados y mandibulados. Los quelicerados son los menos evolucionados y se caracterizan por poseer quelíceros, son los arácnidos. Los mandibulados son los artrópodos más evolucionados, poseen mandíbulas en vez de quelíceros y se dividen en miriápodos, crustáceos e insectos, grupo este último que trataremos en capítulo aparte.






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